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Anécdotas sobre un hombre de ciencia: Luis de la Peña

Guadalupe Toalá
7/oct/2015

Nadie imaginaría que el investigador Luis de la Peña, quien este año recibió el doctorado Honoris Causa por la UNAM, entró a esta Casa de Estudios hace más de 50 años con una plaza de jardinero.

"Era la única plaza que estaba disponible, y entré, aunque pronto me dieron la de investigador", dice sonriendo frente a sus amigos y colegas que se reunieron el 27 de agosto para festejar su reconocimiento en un evento titulado "El otro lado de las cosas".

Luis de la Peña. Foto: Pedro Zaldívar/IFUNAM.


De jardinería no sabía gran cosa y sin embargo Luis ha dejado semillas en muchos lugares, semillas que han nutrido instituciones, trayectorias académicas y vocaciones científicas.

En el evento, algunos de esos beneficiados por sus semillas compartieron relatos sobre cómo conocieron y trabajaron con Luis. Andrea Valdés, Pier Mello, Manuel Torres, Miguel Alcubierre y Salvador Cuevas compartieron, con su particular estilo, algunas anécdotas.

Manuel Torres, director del Instituto de Física de la UNAM, describió a Luis de la Peña como “una persona que condensa atributos y cualidades excepcionales que lo definen como un científico y persona extraordinaria a saber con una energía inagotable encausada por el trabajo creativo desarrollado por más de 50 años".

"El otro lado de las cosas". Foto: Pedro Zaldívar/IFUNAM.


Pier Mello, investigador del Instituto de Física, contó que su primer contacto con Luis De la Peña fue en 1960. "Con él tome mi primer y mi segundo curso de electrónica, yo lo gocé porque no era un curso exclusivamente técnico, Luis combinaba aspectos importantes de física teórica con su experiencia como ingeniero, a mi me parecía una combinación muy buena, posteriormente tomé con él otro curso a nivel doctoral y fue un curso con el rigor típico de quien lo conoce”.

Pier Mello. Foto: Pedro Zaldívar/IFUNAM.


Andrea Valdés, investigadora de reciente contratación del Instituto de Física, manifestó su aprecio por Luis con un poético relato sobre la cotidianidad, los pequeños detalles y los mundanos placeres que caracterizan al investigador.

“El camino que Luis eligió para hacer física es largo, sinuoso y poco transitado, pero de tierra noble y fértil. Con un profundo arraigo a sus creencias, optó por asentarse en esos terrenos y cultivarlos, pues sabe que la cosecha bien vale una vida de trabajo”, fragmento del cuento "Lo que dicen las cosas", de Valdés.

Andrea Valdés. Foto: Pedro Zaldívar/IFUNAM.


Por su parte, Miguel Alcubierre habló de su primer encuentro con De la Peña, en 1985, "cuando estaba en los primeros semestres de la carrera de física y Luis ya era una leyenda, la gente hablaba de Luis, de su curso (...) Luis era conocido no solamente por ser un gran maestro sino también por tener una visión no ortodoxa de la mecánica cuántica, para mí fue uno de los mejores cursos de la licenciatura”, comentó el hoy director del Instituto de Ciencias Nucleares.

Miguel Alcubierre. Foto: Pedro Zaldívar/IFUNAM.


“Luis fue uno de los profesores que más recuerdo, se presentaba como Luis de la Peña y no como doctor, como parte del nombre, ese fue mi primer desconcierto, fue un profesor que hablaba de las partes más abstractas de la física en su curso, explicaba problemas de física que para mi tenían más que ver con profundos asuntos filosóficos, y no era como la mayoría de los cursos que había llevado”, comentó Salvador Cuevas Cardona, investigador del Instituto de Astronomía de la UNAM, y ex-alumno de Luis.

“En los últimos semestres, cuando los estudiantes buscamos el camino hacia aquello a lo que nos vamos a dedicar, atraía mucho mi atención los instrumentos astronómicos, pensé para mi pesar que el curso de Luis sería el último curso de mecánica cuántica de mi vida, pero para mi sorpresa en mis cursos de posgrado, que fueron en el extranjero, eran obligatorios varios cursos de mecánica cuántica. Cuánto hubiera dado por tener su libro en mis manos pero Luis lo estaba escribiendo apenas, cuando regresé la figura familiar de Luis me volvía hacer sentir que otra vez estaba en casa”, dijo.

Luis fue un hombre que se sintió atraído por las matemáticas y las ciencias desde la infancia, estos gustos fructificaron haciéndolo un hombre con calidad humana y gran compromiso social como lo afirmaron varios de quienes lo conocen durante su homenaje y a quienes agradeció con unas emotivas palabras y una amplia sonrisa.

Luis de la Peña con Ana María Cetto. Foto: Pedro Zaldívar/IFUNAM.