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Ciencia para “ovnílogos”

Aleida Rueda
24/may/2012

¿Por qué tanta gente cree en visitantes extraterrestres a pesar de que no hay una sola evidencia de su existencia? Se pregunta Shahen Hacyan, investigador del IFUNAM, en su nuevo libro “Ovnis y viajes interestelares, ¿realidad o fantasía?”

Y él mismo plantea respuestas en dos líneas: por un lado, desde la ciencia (los adelantos científico-tecnológicos que se tienen hasta ahora para hacer posibles -o no- los viajes interestelares) y por otro, desde la psicología (y de cómo se han creado y fortalecido los mitos extraterrestres en el colectivo imaginario).

En principio, dice Hacyan, dados los increíbles y rápidos avances tecnológicos y los cada vez más comunes viajes al espacio, no sonaría tan descabellado pensar que en el futuro seremos capaces de hacer viajes interestelares y de aumentar las posibilidades de conocer otras formas de vida (de haberlas). Después de todo, hace menos de dos siglos nadie habría imaginado que habría máquinas voladoras surcando los cielos y, mucho menos, saliendo de la tierra.

Sin embargo, hay obstáculos, problemas tecnológicos que rebasan todo lo imaginable que han hecho y seguirán haciendo muy difícil que nos alejemos de nuestro Sistema Solar. Hacyan aborda, por ejemplo, el problema de la distancia de nuestro planeta respecto a la estrella más cercana, Alfa Centauri, a la que un vehículo espacial moderno llegaría en unos 150 000 años. La misma nave tardaría más de 3 000 millones de años en atravesar toda nuestra galaxia. Y aunque eso se lograra ¿cómo hacer para que la tripulación sobreviva tanto tiempo?

Hacyan desmenuza otros detalles que hacen inconcebible la odisea: ¿cómo lograr una aceleración correcta para tales viajes sin que los órganos internos de los astronautas se revienten? De resolverlo, ¿de dónde sacamos energía para ello si las dos formas razonables de generarla a grandes escalas (fusión nuclear y aniquilación de materia con antimateria) son insuficientes?

Luego, ¿cómo lograr velocidades cercanas a la de la luz? O, si deseamos aumentar la velocidad de la nave o mantenerla con una aceleración constante, ¿cómo resolvemos el problema de que a más velocidad (o para frenar en alguna estrella y volver) la nave necesita más combustible, pero con más combustible a bordo, la nave pesa más y es más difícil que se mueva?

Y en seguida, aun resolviendo la cuestión de la velocidad, ¿cómo maniobrar para evitar que ésta colisione con los miles de meteoritos y objetos del medio interestelar que a una velocidad tan alta podrían dañar la nave de manera catastrófica?

Además de las dificultades -para la ciencia actual y del futuro- de hacer viajes interestelares, Shahen Hacyan aporta otro bloque de evidencia científica que hace muy poco probable cualquier tipo de vida en otro planeta. Para que se desarrolle vida el sitio, dice, este tendría que reunir características de temperatura, distancia, atmósfera, eje de inclinación, satélites, etcétera, tan increíbles y particularísimas como las de nuestro planeta, cosa extremadamente difícil.

Y aún cuando existiera algún tipo de microorganismos por descubrir, cuestiona el autor, ¿quién asegura que podrían dar lugar a civilizaciones tecnológicas avanzadas como la nuestra?

Y, otra vez, si fuera el caso, y hay otras civilizaciones tan o más avanzadas que la nuestra, ¿por qué no hay ninguna evidencia de que nos hayan contactado? ¿Por qué nuestras tecnologías más sofisticadas para captar ondas de radio -e incluso, específicamente diseñadas para captar sonidos extraterrestres- no han detectado nada?

Vale pues volver a la cuestión del principio: ¿Por qué tanta gente cree en visitantes extraterrestres a pesar de que no hay una sola evidencia de su existencia?

De acuerdo con Hacyan, en los últimos años la creencia en vida extraterrestre se ha fortalecido en el colectivo imaginario como resultado de la ignorancia, los testimonios aislados y sin pruebas fidedignas sobre supuestos "encuentros", los relatos fantasiosos, el amarillismo y la ambición de muchos medios de comunicación por vender noticias, y, también, charlatanes que pretenden hacer de la credulidad pública un lucrativo negocio.

Justo en ese contexto, Shahen Hacyan, muy al estilo de David contra Goliath, lanza este libro que intenta derrocar el mito y sembrar en los lectores provocativas preguntas que les permitan discernir lo real de lo ficticio.

La evidencia mediática diría que el autor no tendrá su propio programa de televisión para hacerle la contraparte a charlatanes profesionales. Pero ¿quién sabe? Tal y como dirían los astrónomos más optimistas que monitorean el espacio en busca de señales extraterrestres: "la esperanza muere al último".



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Referencia:

Hacyan, Shahen. “Ovnis y viajes interestelares, ¿realidad o fantasía?”. 1ª edición. Fondo de Cultura Económica. Col. La ciencia para todos. México, 2011.