Unidad de Comunicación

Noticias - Estudian el impacto de la contaminación en el patrimonio cultural

Estudian el impacto de la contaminación en el patrimonio cultural

Evelyn C. Ayala
18/abr/2017

Desde 1983, se celebra el 18 de abril como el Día Internacional de Monumentos y Sitios, a través del cual la UNESCO promueve la conservación del patrimonio cultural y su diversidad. Para conservarlos, sin embargo, no solo se requieren arqueólogos y curadores, sino también científicos.

Algunos de ellos, en México y en otras partes del mundo, dedican buena parte de su tiempo a investigar cómo es que la contaminación ambiental puede acelerar sus procesos de degradación y qué se puede hacer para evitarlo.

Una de ellas se llama Alessandra Bonazza. La investigadora trabaja en el Instituto de Ciencias de la Atmósfera y el Clima del Consejo Nacional de Investigación de Italia (CNR-ISAC) y destaca por sus investigaciones en recintos considerados como patrimonio cultural. Recientemente impartió en el IF el seminario “Impacto ambiental en el patrimonio construido y paisajes culturales: situación actual y perspectivas futuras”.

En busca de costras negras

Bonazza ha trabajado en diversas ciudades europeas. Se enfoca en analizar monumentos que representan importantes símbolos del patrimonio cultural y que además hayan sufrido los estragos del cambio climático: desde la Catedral de Milán y el Monumento Victoriano, en Italia, hasta la Catedral de Sevilla, en España.

En todas ellas, la italiana ha encontrado un común denominador: la presencia de manchas llamadas black crusts (costras negras). Estas anormalidades de la piedra se originan en los materiales de construcción de carbonato como el mármol y el cemento. Aparecen como resultado de la transformación del carbonato de calcio (calcita) al sulfato de calcio dihidrato (yeso), que juntos se cumulan en forma de costras en la superficie del material de piedra.


Algunos ejemplos de costras negras que Alessandra Bonazza ha encontrado en distintos monumentos. Fuente: Science of the Total Environment.

Para analizar las costras negras, Bonazza obtiene una muestra de ellas y a través de la espectroscopía obtiene su distribución de minerales y de elementos químicos, y así, identifica qué tipo de polución es la responsable de deteriorar el monumento.

En el caso de la Catedral de Sevilla, construida con rocas calcáreas sedimentarias entre el año 1402 y 1405, la investigadora logró identificar la fuente responsable del deterioro del monumento: el tráfico vehicular. Las muestras evaluadas se componen esencialmente de cristales de yeso que interactúan con la atmósfera enriquecida con óxido de azufre, que proviene principalmente de los procesos de combustión de los autos y, en conjunto con las partículas carbonosas, forman las costras negras de la superficie.

También, las muestras presentaron diferencias en espesor debido a que la edificación no está expuesta a las emisiones vehiculares de forma uniforme.

De Europa… a México

Muchos monumentos en México tampoco están libres de las costras negras. De hecho, la presencia de agua o humedad en diversas partes del país puede favorecer la formación de costras negras por contaminación ambiental. Investigadores como Edgar Casanova, del Instituto de Física, y Javier Reyes Trujeque, de la Universidad Autónoma de Campeche, trabajan en identificarlas.

En 2009, Reyes Trujeque y su equipo identificaron costras negras en el Baluarte de San Pedro, en Campeche. El monumento, construido con cantera y mampostería en el siglo XVII, ha estado expuesto permanentemente a los agentes contaminantes y a la humedad propia del estado, lo que ha propiciado la formación de costras negras. A partir de la caracterización morfológica y química de las muestras de los materiales de construcción, el investigador identificó que la presencia de yeso en las costras negras se debe a los procesos de disolución y recristalización del carbonato de calcio (CaCO3) o por la reacción del dióxido de azufre (SO2), cuando se trata de ambientes urbanos contaminados.

En el Instituto de Física, el grupo del Laboratorio Nacional de Ciencias para la Investigación y la Conservación del Patrimonio Cultural (LANCIC), a cargo del investigador José Luis Ruvalcaba Sil, también estudia el impacto que ha tenido el ser humano en el deterioro del patrimonio cultural y, con sus técnicas no destructivas, esperan aportar información clave para conservar los monumentos mexicanos que corren riesgo de deterioro… para tener en el futuro algo que celebrar cada 18 de abril.


Alejandra Bonazza en su presentación en el IFUNAM. Fuente: Evelyn Ayala/Unidad de Comunicación IF.