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En el LEMA datan huesos dañados con técnicas por colágeno

Iván Téllez
30/may/2018

Los diversos climas de México, desde húmedos hasta áridos, han ocasionado que muchos huesos que se hallan en el país —importantes para conocer la vida que habitaba en el territorio en el pasado y sus condiciones—estén en mal estado o degradados, lo que dificulta conocer su edad.

"Este es el caso de los restos óseos de 10 individuos hallados en cenotes de Quintana Roo", dijo a Noticias IFUNAM Corina Solís.

Solís está a cargo del Laboratorio de Espectrometría de Masas (LEMA), del Instituto de Física (IF) de la UNAM, donde han desarrollado métodos para calcular la edad de los huesos que han sufrido daños significativos.

La investigadora, quien es co autora del artículo "AMS 14C Dating of Bones from Archaeological Sites in Mexico" y publicado en la revista Radiocarbon de Cambridge University Press, reporta que debido al PH del suelo o el contacto con el agua u otros organismos, los huesos pueden degradarse o sufrir un proceso diagenético, es decir, absorber contaminantes del entorno.

Este es el caso de los cementerios, los cuales modifican la composición molecular original de los restos, en especial la del colágeno, sustancia proteica que se conserva y es de gran utilidad para medir su edad. El problema es que la degradación rompe las moléculas de colágeno y quedan pocas cantidades estables para estudiar.

El método mexicano

Lo que se extrae comúnmente para datar huesos con mayor precisión y que es el método más aceptado mundialmente se conoce como Colágeno Ultrafiltrado, que consiste en extraer del hueso la molécula de colágeno intacta debido a que es la que mantiene el carbono unido covalentemente, útil para medir su edad. Con 100 microgramos de colágeno es suficiente para obtener 100 microgramos de carbono, suficientes para la datación por carbono 14.

Para ello, los científicos la ultrafiltran. Primero, limpian y desmineralizan el hueso con ácido clorhídrico (HCL) caliente, para obtener lo que se conoce como Colágeno Total. Después, vuelven a solubilizarlo en HCL y lo que queda encima se toma para pasarlo por filtros de 30 kilodaltons (unidad de masas atómicas y moleculares). Finalmente, la fracción mayor a 30 kilodaltons es la muestra final, la que contiene el colágeno intacto y del que se puede obtener el carbono que les permitirá datar la muestra.

De acuerdo con Solís, “cuando un hueso está contaminado no hay mucho problema, pues se puede arreglar con una limpieza exhaustiva”. Pero en México, “por los climas muy cálidos o húmedos, muchos de estos están degradados”, lo que dificulta que la molécula de colágeno perdure, lo que impide conseguir una cantidad suficiente para ultrafiltrar y datar.

“En cualquier laboratorio europeo una muestra de la que no se pueda extraer el colágeno ultrafiltrado sería descartada; no sería fechable por la incertidumbre que implica”, pero en México tienen que buscar una forma alternativa para no descartar la muestra.

Esa alternativa se conoce como Colágeno Total, la cual, aunque es menos precisa que el Ultrafiltrado, puede servir para calcular una edad aproximada del objeto.

Rescate de fracciones

De acuerdo con la especialista, durante el proceso de ultrafiltración del colágeno, quedan residuos, es decir, fracciones de la molécula que comúnmente ya no se usan. El grupo del LEMA, sin embargo, propone rescatarlas.

“Lo que proponemos es utilizar el que quedó en el fondo de la solubilización, el insoluble, y también fecharlo”, afirmó la investigadora.

El método claramente no es perfecto. “Sabemos que tiene sus limitaciones, porque puede llevar consigo colágeno roto, que se contaminó posterior a la muerte de la muestra”, dice Solís. Pero es un riesgo que hay que correr con el fin de recuperar las muestras que están más dañadas.

“Cuando se tienen huesos muy degradados en donde no fue posible colectar el colágeno ultrafiltrado, proponemos no parar y no descartar la muestra, sino continuar con las otras fracciones, las del colágeno total y el insoluble y comparar las edades obtenidas”, esto con el fin de determinar si las edades entre una y otra coinciden y hacer una aproximación más precisa del periodo al que pertenecen.

Es un trabajo que requiere más esfuerzo, pero tiene sus ventajas. “Es el triple de trabajo, porque primero se tiene que hacer el método de Ultrafiltrado, y si no se encuentra se recurre a las otras dos fracciones extra que se guardaron”, dice Solís.

Pero “así, por lo menos, le podemos indicar al arqueólogo a qué época pertenece el hueso. Con ello hemos hecho que la metodología de México sea el continuar y no abandonar la datación”, concluyó la investigadora.



Los huesos analizados en el LEMA son restos óseos de 10 individuos hallados en cenotes de Quintana Roo. Foto: Secretaría de Cultura, México.