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Evaluando la docencia: ¿Qué científicos queremos formar?

Kelly Tovar
25/jun/2018

Para el ciclo escolar 2011-2012, la Facultad de Ciencias de la UNAM registró a 1,741 alumnos de primer ingreso en el nivel de licenciatura, sin embargo, según datos del 2015 del Portal de Estadística Universitaria, solo el 36 por ciento de ellos la terminó en el tiempo establecido, que es de 9 semestres. El resto demora más por recursar materias o simplemente abandona la carrera.

Este problema está obligando a la comunidad tanto de la Facultad de Ciencias, como del Instituto de Física, muchos de cuyos miembros imparten clases en la carrera de física, a pensar seriamente cómo se está evaluando la formación de los futuros científicos y cómo debería hacerse.

Para reflexionar al respecto, el pasado 25 de mayo se llevó a cabo en el Instituto de Física y en el marco de los festejos de los 75 años del investigador Rubén Barrera, la mesa de discusión titulada: “La evaluación de la enseñanza universitaria”.

En ella participaron Carlos Bosch, profesor e investigador del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM); Irene Cruz González, del Instituto de Astronomía UNAM; Gastón García Calderón, investigador del Instituto de Física; Catalina Stern, directora de la Facultad de Ciencias; Manuel Torres, director del Instituto de Física, y como moderadora, la investigadora del IF, Cecilia Noguez.



Rubén Barrera, en su celebración de 75 años. Foto: Pedro Zaldívar.

Evaluar profesores ¿quién y con base en qué?

De acuerdo con los ponentes, a pesar de que la evaluación es muy importante para mejorar la calidad de la educación y para que los propios profesores mejoren sus estrategias de docencia, no es una tarea trivial. Hay problemas como la falta claridad en los criterios para evaluar; la poca participación de los estudiantes; o los métodos que no son efectivos para evaluar y complican la posibilidad de llevar a la práctica los resultados.

Según los ponentes, actualmente cuando se hacen las evaluaciones a los profesores de la Facultad de Ciencias, la mayoría de ellos salen bien evaluados. Entre el 70% y 80% son evaluaciones positivas de los estudiantes hacia los docentes.

Pero hay muchos que piensan que la evaluación por parte de los estudiantes no es del todo objetiva. “Yo creo que la evaluación de los estudiantes sirve para hacer un perfil de los profesores pero no para decir si el profesor es bueno o no”, afirmó Gastón García.

García contó la anécdota de un profesor que durante muchos años impartió un curso sobre Teoría de Grupos, y que solía dar su clase dándole la espalda a los estudiantes, sin interactuar con ellos. Pero a raíz de ese curso, escribió varias notas que otros profesores decidieron publicar. El libro se llama “Introducción a la Teoría de Grupos y sus Aplicaciones a la Mecánica Cuántica” y lo han utilizado como texto complementario hasta en Holanda. Para Gastón García, ese es un punto de referencia importante ya que un profesor no necesariamente debe ser evaluado con base en cómo da la clase sino en lo que está enseñando.

De acuerdo con él, una cosa es evaluar con base en algunos criterios y otra muy distinta es quitarle al profesor la libertad de enseñar como lo crea conveniente. “La libertad de cátedra es importante. Formar comités de evaluación podría poner en riesgo a la Universidad ya que se podría crear una tendencia o hacerle daño a alguien”, afirmó.

El problema, de acuerdo con Stern, es que no hay criterios claros para decir qué es una buena clase y qué significa ser un buen profesor. Y dijo que si bien la evaluación docente sí existe en la Facultad de Ciencias, “el problema es que esos resultados se entregan de manera privada a los maestros”. Quiere decir que esos resultados no son públicos, únicamente el profesor tiene acceso a ellos. Carlos Bosch refirió que las evaluaciones deben ser antes de los exámenes para que la calificación no influya en la forma en que los mismos profesores evalúan a sus alumnos. Es decir, evitar que las evaluaciones sean mecanismos para la represalia.



Participantes de la mesa de discusión titulada: “La evaluación de la enseñanza universitaria”. Foto: Pedro Zaldívar.

Los investigadores como profesores y viceversa

“Algo muy importante es que los alumnos deben saber cómo se forma el conocimiento y eso es algo que sólo lo aprenderán estando en contacto con investigadores”, afirmó Catalina Stern.

De acuerdo con ella, en la Facultad de Ciencias en el área de físico-matemáticas el porcentaje de investigadores que son profesores es muy alto. Pero cuando se revisan las cifras por dependencia, el resultado no es tan alentador. El informe de actividades del Instituto de Física de 2017, por ejemplo, reveló que los investigadores de este Instituto impartieron 134 cursos de nivel licenciatura solo en 2016. Si tomamos en cuenta que hay más de 120 investigadores, resulta claro que el número de cursos que imparten es mínimo.

Algunos investigadores del público criticaron el hecho de que “en las evaluaciones a los investigadores, no se toma en cuenta la labor docente. Un curso no sustituye un artículo”, por eso, es común tener la idea de que la docencia no paga.

Muchos coincidieron en que no debe ser así. “No debemos ver a la docencia en términos económicos, no solo transmitimos conocimientos, también valores”, dijo Manuel Torres, aunque aclaró que son los propios sistemas de evaluación de la UNAM así como de los organismos externos, como el mismo Conacyt, los que muchas veces no toman en cuenta la labor docente pero sí los artículos publicados.

“Yo creo que los criterios del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) y el Programa de Primas al Desempeño del Personal Académico de Tiempo Completo (PRIDE) sí deberían tomar en cuenta la labor docente porque esa es nuestra esencia, realmente somos formadores”, dijo Irene Cruz.



Asistentes al homenaje por los 75 años de Rubén Barrera. Foto: Pedro Zaldívar.

La UNAM divide a su personal académico en: técnicos académicos, profesores e investigadores. De acuerdo con Bosch, no debería existir esa línea pues “tanto los profesores deben hacer investigación como los investigadores deben hacer docencia”, afirmó.

Los ponentes coincidieron en que es necesario que los mismos investigadores cambien su forma de ver a la docencia y valoren el significado y la trascendencia de esta tarea. “La docencia es una interacción y si no nos damos cuenta que nos enriquecemos nosotros también, pues claro que no vamos a querer dar clase”, declaró la directora de la Facultad de Ciencias.

Los alumnos y el mercado laboral

Otro punto de coincidencia fue la necesidad de ver a los alumnos y al mercado laboral, que ha cambiado mucho en los últimos 40 años. Hay que ser claros en que “no todos los estudiantes serán investigadores o maestros, algunos trabajarán en empresas, estarán en la bolsa, en organizaciones civiles, etcétera. Tenemos que pensar qué tipo de gente queremos formar”, cuestionó Stern.

Coincidió con ella Rolando Castillo, investigador del IF. “Ni todos van a ser investigadores, ni todos van a ser maestros, una gran cantidad se va hacia la industria y realmente no los estamos preparando para eso, los alumnos no saben competir para un trabajo”, apuntó Castillo.



Asistentes al homenaje por los 75 años de Rubén Barrera. Foto: Pedro Zaldívar.

¿Cómo entonces mejorar la formación de los estudiantes? ¿Cómo hacer para producir profesionales que sí esté requiriendo el mercado y que sean capaces de competir con cualquier otro de cualquier universidad?

Algunas de las propuestas fueron: evaluar y actualizar los temarios; buscar que los alumnos egresados hagan la evaluación para saber qué tanto le sirvieron los conocimientos adquiridos en la Facultad; pensar en las habilidades fundamentales que los alumnos deben adquirir. Y, sobre todo, celebraron que haya espacios, discusiones, y encuentros entre la misma comunidad docente para discutir justamente eso: el tipo de científico y científica que queremos formar.

Rubén, el espíritu docente

Toda esta discusión ocurrió en el marco de los 75 años de Rubén Barrera, a quien Manuel Torres describió como “un espíritu alegre, crítico y reflexivo”.

Para festejar sus 46 años de trayectoria académica, colegas, amigos, alumnos y ex alumnos de Barrera se reunieron para destacar sus aportaciones e interés en el campo de la física del estado sólido, óptica, así como sus estudios de superficies metálicas y semiconductoras, meta materiales, entre otros más.

En el homenaje, se discutieron temas de interés de Barrera, como la docencia. “La huella como profesor de Rubén es indeleble, lo pueden atestiguar generaciones de estudiantes y un servidor”, dijo Torres. Para Barrera la enseñanza siempre ha sido “la incomparable oportunidad de compartir el conocimiento con estudiantes”.



Rubén Barrera, en su celebración. Foto: Pedro Zaldívar.