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¿Qué avances tecnológicos nos dejó el Apolo 11?

Yanine Quiroz
25/jul/2019

Cuando Neil Armstrong pisó por primera vez la superficie de la Luna el 20 de julio de 1969, jamás se imaginó que sus icónicas palabras “es un pequeño paso para el hombre, pero un gran salto para la humanidad” representarían, justamente, una revolución científica y tecnológica que alcanzaría a muchos ámbitos de la vida moderna.

A 50 años del primer alunizaje seguimos beneficiándonos de los avances científicos y físicos que trajo consigo ese acontecimiento: desde entender mejor el sistema solar, hasta lograr nuevas tecnologías de navegación espacial o procesamiento de alimentos. Estos desarrollos que ahora utilizamos surgieron gracias a los retos que la Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio (NASA) de Estados Unidos enfrentó para enviar a la primera tripulación a bordo del Apolo 11 al satélite natural de la Tierra.

“El proyecto para llevar a los seres humanos a la Luna fue gigantesco”, dijo William Lee Alardín, coordinador de la Investigación Científica de la UNAM en entrevista para la Academia Mexicana de Ciencias.

“Este tipo de proyectos sirven de catalizadores para una serie de desarrollos tecnológicos y de investigación en áreas similares y luego en otras que uno ni se imagina en las que también van a servir”, mencionó el coordinador.

"Que hayamos sido capaces de enviar una maquinilla a nuestro satélite natural y regresarla a la Tierra significó un adelanto extraordinario de tecnología, fue muy importante para la historia de la ciencia", señaló para noticias IFUNAM, Rafael Barrio, investigador del Instituto de Física (IF) de la UNAM.

"Ya son 50 años de la llegada del hombre a la Luna y en ese tiempo ha habido muchos cambios que fueron generados por el programa espacial que impulsó Kennedy a inicios de la década de los 60", afirmó Eugenio Ley Koo, investigador del IF.

Uno de los desarrollos, cuenta el investigador, fue dejar un espejo para reflejar luz desde la Tierra a la Luna para medir la distancia que había entre los dos puntos; "eso fue una aplicación directa para la redefinición del metro. Era una cosa impresionante, estas misiones espaciales dependían de los sistemas de comunicación, de control y de mediciones, lo cual requería también de novedosos equipos de computación".

En efecto, hubo gran desarrollo de tecnologías para lograr el Apolo 11, que después se aplicaron en retos que ni siquiera los responsables del alunizaje visualizaron.

El 20 de julio de 1969 por primera vez la humanidad llegó a la superficie de la Luna, a bodo del Apolo 11. Crédito: NASA.

Control de vuelo digital

Por ejemplo, durante las primeras misiones del programa Apolo los pilotos conducían las aeronaves de forma mecánica, usando cables para conectar sus instrumentos a la superficie de control de la aeronave, como los alerones o el timón de cola.

Pero para que el Apolo 11 pudiera llegar y aterrizar en la Luna, la NASA encargó a un laboratorio la creación de un sistema de guía por computadora que sirviera al módulo de comando Apolo y al módulo lunar. El sistema de guía y navegación convertía las entradas de los pilotos en señales eléctricas que luego llegaban a una computadora que a su vez ajustaba las indicaciones de los pilotos para lograr un vuelo más preciso, de acuerdo con la NASA.

Actualmente los sistemas de control de vuelo digital son empleados por aviones e incluso en automóviles, tanto en los frenos antibloqueo como en el sistema de estabilidad electrónica, ambos son elementos de seguridad que controlan el proceso de frenado de los neumáticos para evitar derrapes.

Alimentos seguros

En el ámbito de la seguridad alimentaria también hubo una aportación del Apolo 11. La necesidad de contar con alimentos que no enfermaran a los tripulantes hizo que la NASA contratara a una empresa para diseñar un sistema de control de calidad llamado Sistema de Análisis de Peligro y Puntos de Control Crítico (HACCP, en inglés).

El sistema no revisa la comida ya preparada sino mucho antes, en su mismo proceso de producción. Establece parámetros de seguridad de los alimentos (como la temperatura) e incorpora la vigilancia y registros del análisis. Con ello, previene los riesgos de contaminantes físicos, químicos y biológicos que podrían presentarse en alguna etapa de la producción de los alimentos.

Hoy en día a varias industrias alimentarias de Estados Unidos se les exige cumplir con este procedimiento, que también es impulsado en otros países por instituciones como la Organización Mundial de la Salud.

La NASA y una compañía crearon un nuevo sistema de control de calidad de los alimentos que consumieron los tripulantes del Apolo 11. Crédito: NASA.

Materiales reflectivos

Otra de las grandes aplicaciones que se derivó del esfuerzo científico para llegar a nuestro satélite natural es la invención de materiales con aislamiento reflectivo, que permiten reducir la pérdida de calor o evitar radiaciones. Este material fue útil para fabricar los trajes usados por los tres astronautas del Apolo 11: Armstrong, Michael Collins y Edwin Aldrin, y protegerlos de los cambios de temperatura y las radiaciones, como la ultravioleta, que podían afectar su salud.

El aislamiento reflectivo, desarrollado por la NASA, consistió en colocar múltiples capas de hojas metalizadas de mylar liviano, una película de poliéster hecha de PET con propiedades como la reflectividad, resistencia a la tracción o el aislamiento térmico.

El aislamiento reflectivo se extendió a todas las naves y trajes espaciales de la NASA, y ahora se utiliza en la ropa y equipos para combatir incendios, el aislamiento de edificios e incluso en los dispositivos de resonancia magnética.

Los tripulantes del Apolo 11, Neil Armstrong, Michael Collins, y Edwin Aldrin Jr. Con un material aislante reflectivo se fabricaron los trajes espaciales de los tripulantes del Apolo 11 para evitar daños por la radiación espacial y ayudar a reducir la pérdida de calor dentro del traje. Crédito: NASA.

Lo que podría traer el futuro…

Los planes de la NASA para el futuro son aún más desafiantes. En 2024 planea que una nueva tripulación pise la Luna, esta vez con el propósito de hacer viajes permanentes a este astro, lo que a su vez ayudará a la preparación de las próximas misiones tripuladas a Marte en la década de 2030.

Con el programa Artemisa, la NASA buscará que en los próximos años se establezca una presencia humana permanente en la superficie lunar para realizar exploraciones a largo plazo.

Esto requerirá, por ejemplo, “averiguar cómo convertir el agua congelada que se encuentra en la superficie de la Luna en agua potable, oxígeno respirable y combustible de cohete que pueda ser utilizable”, escribió Mike DiCicco, escritor de ciencia de la NASA, en un artículo publicado en el sitio de la agencia estadounidense.

Así como estas futuras misiones requerirán de la contribución de la ciencia, incluyendo a la física, también podrán traer nuevas aplicaciones. La NASA no solo crea nueva tecnología para la exploración del espacio, dijo Luis de la Peña, investigador emérito del IF, sino que también "permite tener aplicaciones en la vida cotidiana".

El primer avión que voló con el sistema digital de vuelo por cable. Crédito: NASA.