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La llegada a la Luna: la prueba de que los sueños se cumplen

Yanine Quiroz y Aleida Rueda
31/jul/2019

Era el 12 de septiembre de 1962 cuando el presidente John F. Kennedy pronunció, ante miles de personas en la Universidad de Rice, el memorable discurso con el que anunciaba como objetivo nacional lograr llegar a la Luna antes de que terminara la década, en buena medida, por la carrera espacial que disputaba con Rusia.

Algunos se preguntarán ¿por qué la Luna? ¿Por qué elegimos esto como nuestra meta? Y tal vez también se pregunten: ¿Por qué escalar la montaña más alta...? ¿Por qué 35 años atrás volamos sobre el Atlántico? (...) Elegimos ir a la Luna, elegimos ir a la Luna en esta década y hacer esas otras cosas, no porque sea fácil sino porque es difícil...

Porque esta meta servirá para organizar y probar lo mejor de nuestras energías y habilidades. Porque este desafío es uno que estamos dispuestos a tomar. Un desafío que no estamos dispuestos a posponer... y uno que pretendemos ganar.

John K. Kennedy (1962)

Siete años después, la meta de Kennedy se cumpliría cuando los astronautas Neil Armstrong, Edwin Aldrin y Michael Collins, a bordo de la multimillonaria misión Apolo 11, lograron descender en el satélite natural el 20 de julio de 1969.

En México, miles de personas veían estupefactos las imágenes en blanco y negro de aquel memorable momento; algunas de las cuales se convertirían en físicos, que con los años han hecho diversas aportaciones al desarrollo de la ciencia en México desde el Instituto de Física (IF) de la UNAM, y que ahora recuerdan cómo fue ver a través de los primeros televisores el primer alunizaje tripulado.

“Me acuerdo que nos tocó ver en televisión el momento en que se hizo el alunizaje; desde luego, todo mundo estaba atento, entonces el astronauta salió del Apolo 11, brincó y la foto que quedó fue la de las huellas en el polvo de la Luna, que no es de queso”, recordó con cierto humor Eugenio Ley Koo, investigador del IF.

El físico relata que el inicio de la exploración espacial surgió cuando Rusia puso en órbita el primer satélite artificial, el Sputnik, lo que desencadenó que Estados Unidos se pusiera en el mismo nivel de desarrollo. “Para el 60, cuando Kennedy fue electo, promovió el programa espacial en Estados Unidos, esto favoreció a la ciencia porque hubo mucho apoyo al desarrollo científico y tecnológico”.

Foto: NASA.

“Yo era muy pequeña cuando ocurrió la llegada a la Luna, pero recuerdo el asombro que representó para mi familia, y especialmente para mi bisabuela. Era una mujer que nació y creció en circunstancias totalmente distintas a las de ahora. Sin autos, sin agua potable, sin luz incluso. Para ella, el haber visto la llegada de estos tres astronautas a la Luna fue un evento revolucionario, el poder del ser humano para transformar al mundo”, recuerda Cecilia Noguez, investigadora y directora del IFUNAM.

Otros investigadores mexicanos del IF tuvieron otra experiencia al ser testigos de este evento fuera de las fronteras mexicanas.

“Antes de entrar a la universidad yo estaba haciendo una estancia de estudios en España, donde vive mi familia”, recuerda Rafael Barrio. “La transmisión en vivo del primer hombre en la Luna me tocó verla ahí en la madrugada. Era algo extraordinario para esa época, una fiesta, todo mundo estaba encantado y eso contrasta mucho con la actitud que tiene la gente hacia la ciencia actualmente. Pero sin duda fue un adelanto tecnológico extraordinario: ser capaces de enviar una maquinita y regresarla a la Tierra”.

“Recuerdo muy bien que cuando ocurrió el alunizaje yo andaba en un vuelo para asistir a un evento académico en Brasil, junto a compañeros del Instituto. Era el tema central de conversación. Cuando llegamos a Brasil traté de enterarme de lo que había pasado, pero me hubiera gustado ver la transmisión en vivo”, dijo Luis de la Peña, investigador emérito del IF.

Foto: NASA.

Los sueños que se hacen realidad

Los físicos mexicanos concuerdan en que este gran acontecimiento es una muestra del esfuerzo político, la capacidad y visión científica y la contribución de miles de personas que trabajaron en ese proyecto.

“Esto se debió más que nada a la voluntad política, en este caso de Kennedy, porque Rusia les estaba ganando el mandado a los americanos y él no se dejó”, afirma Barrio.

Para el investigador, la llegada a nuestro satélite natural “cambió mi actitud hacia conciliar la política con la ciencia, en el sentido de que en esta ocasión se demostró que si hay voluntad política se puede lograr un avance científico o tecnológico importante. Pues actualmente lo que estamos viendo es la voluntad comercial más que política”.

“Considero que fue una acción propagandística por la carrera espacial entre la Unión Soviética y Estados Unidos; pero también tuvo bastante contenido científico y sobre todo tecnológico”, considera de la Peña.

“Para mí, significa algo más personal y aspiracional: significa que se vale soñar y que los sueños pueden hacerse realidad. El mismo discurso de Kennedy, en 1962, me parece uno de los mejores discursos de la historia. Ellos eligieron ir a la Luna no porque fuera fácil, sino porque era difícil, porque era un reto. Creo que muchos de quienes nos dedicamos a la ciencia la elegimos conscientes de eso, de que no será fácil pero convencidos de que queremos aceptar y ganar el reto”, afirmó Noguez.