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El pasado 15 de noviembre se llevó a cabo el homenaje a Tomás A. Brody Spitz, en conmemoración del centenario de su nacimiento y de su trayectoria científica, en la sala de eméritos del Instituto de Física, lugar donde su fotografía está presente junto con el resto de los investigadores que han sustentado el reconocimiento que da nombre al salón.

El evento tuvo como representantes al Dr. Luis de la Peña Auerbachs, investigador emérito del Instituto de Física; al Dr. Ernesto Flores Roux, del Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT); al Dr. Carlos Brody Pellicer, del Princeton Neuroscience Institute; al Dr. Saúl Ramos Sánchez, jefe del departamento de Física Teórica del Instituto de Física, y a la Dra. Ana María Cetto Kramis, investigadora del Instituto de Física y quien funcionó como moderadora.

Al inicio del evento, el Dr. Ramos Sánchez dio unas palabras en representación de la Dra. Cecilia Noguez Garrido, directora del Instituto de Física. A través de ellas, presentó a Brody Spitz, investigador del Instituto de Física, de quien mencionó que sus “investigaciones abarcan una multitud de temas, entre la física nuclear, la computación científica y la filosofía de la ciencia, que combinó de manera magistral, para dejar un legado que aún perdura en nuestra institución.” Mencionó la inauguración, en 2002, del cluster computacional llamado Brodix en su honor, así como la Cátedra que lleva su nombre y que otorga el Instituto de Física con el propósito de fomentar el desarrollo de las investigaciones teóricas en física computacional, mecánica cuántica, probabilidad, estadística y filosofía de la ciencia.

Posteriormente, la Dra. Cetto leyó unas palabras en nombre de Olga Pellicer, del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y esposa de Brody Spitz, quien agradeció por la organización del homenaje. “Recordar a Tomás me invita primero a hacerlo en su tiempo y en sus circunstancias. En segundo lugar, a imaginar cómo hubiera apreciado el mundo que estamos viviendo”, mencionó. “Tomás fue, sin duda, un hombre del siglo XX, una personalidad marcada por los acontecimientos de su época, en particular la Segunda Guerra Mundial. Perteneciente a una familia húngara de origen judío, nació en Alemania, hizo sus estudios de secundaria y preparatoria en Escocia, sus estudios universitarios en Lausana”, en Suiza, leyó la doctora Cetto.

A esta participación se agregaron anécdotas personales sobre Brody Spitz con respecto al exilio de sus padres a causa de la guerra, con quienes se reunió en Londres después de 10 años de separación, lo que le hizo desarrollar un sentimiento antibélico y un sentido social, mismos que se vieron reflejados en su proceder científico. Asimismo, se mencionó el sentido del humor de Brody Spitz, a quien le hubiera encantado el teléfono inteligente y el internet, así como las posibilidades de la inteligencia artificial; hubiera sentido preocupación por el efecto de las nuevas tecnologías, como desconfiado de la influencia de las redes sociales y el cómo los algoritmos deciden lo que debemos pensar. “Estaba convencido de que, a través del conocimiento, el mundo camina en la dirección correcta. El conocimiento requiere de trabajo riguroso, objetivo, hojas de ruta, implementación y seguimiento”, agregó al decir que sus mejores años los pasó en el piso 10 de la torre de ciencias, hoy torre II de humanidades, donde se alojó el Instituto de Física en los inicios de la Ciudad Universitaria de la UNAM.

Por su parte, el Dr. De la Peña habló de los años en los que trabajó y convivió con Brody Spitz, de quien destacó sus cualidades como científico y persona. Mencionó que fue curioso y que colaboró con muchas personas, algo que lo hizo tener una presencia destacada en el Instituto. “Las secretarias lo llamaban "El mil cosas", porque para todo lo llamaban”, bromeó. Recordó que, aunque de profesión fue ingeniero químico, desarrolló su profesión de manera especial en México, pues trabajó en la medición de la radiactividad a través de la medición de la lluvia radiactiva a lo largo del país, debido a las pruebas nucleares que se realizaban al aire libre. “Se incorporó con Moshinsky al tema de la física nuclear. Con él preparó las tablas de paréntesis de transformación”, recordó.

Asimismo, recordó el trabajo de Brody Spitz en la computación, al mencionar que el suyo “fue el trabajo de cómputo más serio que se realizó en el país. Impulsó el cálculo de manera profesional. Era teórico y practicante del cálculo.” En este sentido, relacionó sus trabajos matemáticos con la noción filosófica del aprendizaje, dos áreas que Brody Spitz enlazó a través de la inteligencia artificial. Al plantear preguntas como cuál es el proceso de aprendizaje de una máquina y cuál es el mecanismo del aprendizaje, Brody “logró generar una teoría completa sobre el mecanismo del aprendizaje. Se involucró en temas de filosofía de la ciencia al plantear cómo es que podemos garantizar la validez de nuestras afirmaciones cuando son fundamentadas en la inducción”, desarrolló el Dr. De la Peña.

El investigador Emérito también resaltó la actitud de trabajo de Brody Spitz, al hablar de su profesionalismo y actitud de servicio social y nacional. Además, mencionó la buena memoria y la capacidad para discutir con cualquier especialista del tema en cuestión. También lo describió como un personaje que se ocupaba por los temas de su época al buscar soluciones de manera crítica. Para finalizar con su participación, el Dr. De la Peña mencionó que “Tomás fue una persona de su siglo. Su trabajo trasciende al siglo XXI”.

Seguido de esto, el Dr. Flores Roux compartió algunas vivencias con Brody Spitz, tanto personales como académicas, en tanto que el investigador fue su mentor en la licenciatura. Lo describió como alguien que “hablaba mucho. Era una persona muy interesante y sabía de cualquier tema: historia, literatura, ciencia, economía. Era un desafío hablar con él: había que mantenerlo atento y tenía un sentido del humor muy complicado”. A eso, el Dr. Flores Roux sumó la referencia de que Brody Spitz manejaba un “puntillismo en el lenguaje que era abrumador. Entendía muy bien el español”, y atribuyó su propia noción del lenguaje a la enseñanza de Brody.

Además, el Dr. Flores Roux habló del problema del agente del viajero, un tema que su padre, Jorge Flores Valdés, le planteó y que desarrolló bajo la enseñanza de Brody Spitz. Explicó que Brody Spitz notó que un aspecto esencial de este problema es la posible predictibilidad de los números aleatorios en las computadoras, lo cual trastoca dos temas hoy cotidianos: la ciberseguridad y las encuestas. Al explicar la relevancia de estos temas en la actualidad y de mencionar que el legado de Brody permea hasta nuestros días, el Dr. Flores Roux le atribuyó su graduación como matemático y su doctorado en estadística a la mentoría de Brody Spitz. “La herencia es una cosa muy concreta y muy etérea. El legado de Tomás es enorme”, finalizó.

Por su parte, el Dr. Brody Pellicer, como representante de la familia, presentó las nociones de inteligencia artificial que hubiera disfrutado discutir su padre en este siglo. Explicó elementos como el reconocimiento de lengua hablada, llevado a cabo con plataformas digitales como Alexa y Siri; del juego de ajedrez por computadora, como lo que se ha desarrollado con AlphaZero; la predicción de la estructura tridimensional de las proteínas a partir del conocimiento de la estructura secundaria, y la comprensión de texto y arte artificial.

El investigador del Princeton Neuroscience Institute explicó el principio de las redes neuronales artificiales, al contextualizarlo con el artículo titulado Learning representations by back-propagating errors, publicado en 1986. Asimismo, mencionó que la distancia de casi 40 años entre lo propuesto entonces con lo que comenzamos a vislumbrar en la actualidad se debe a que ahora contamos con computadoras más rápidas y bases de datos más robustas, pero explicó que aún contamos con el misterio de la generalización. “A mi papá le hubiera gustado discutir sobre el misterio de la generalización, sobre los problemas éticos en las redes neuronales, qué es la inteligencia”, enumeró, para luego terminar con la mención de que a su padre le encantaba divertirse con el conocimiento.

Al finalizar el evento, distintos asistentes compartieron vivencias con Brody Spitz, que permitieron enriquecer el reconocimiento al legado del investigador y la actualidad de su pensamiento científico.