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Pakal y la ciencia de la piedra verde

Aleida Rueda
31/oct/2012

Desde el 5 de septiembre y hasta el 1 de diciembre se exhibe en el Museo Universitario de Ciencias y Arte (MUCA) la exposición “El Jade”, una comparación entre dos civilizaciones para las cuales fue muy importante la piedra verde: chinos y mesoamericanos.

La exposición es producto de un proyecto universitario que busca estudiarlo desde el punto de vista geológico (sus fuentes, cómo se forma, cómo diferenciarlo) y arqueológico (cómo lo usaban las civilizaciones mesoamericanas, chinas y coreanas).

Pero el proyecto le añadió un ingrediente más: la perspectiva científica, que busca analizar el material para determinar aspectos como su estructura y su procedencia, y en la que participa de manera contundente el investigador del IFUNAM José Luis Ruvalcaba.

Gracias a su equipo y a las técnicas espectroscópicas de emisión de luz y con el haz de protones, hoy se confirma, por ejemplo, que “los chinos tenían jade en una forma mineral denominada nefrita, rica en magnesio, mientras que en Mesoamérica usaban sobre todo la jadeíta, rica en sodio, cuyas fuentes principales están en Guatemala, en la cuenca del río Motahua”, explica Ruvalcaba.

Se sabe también que el jade era importantísimo en Mesoamérica, más valioso que el oro, incluso, y que desde las primeras civilizaciones (como los olmecas) era utilizado por su dureza y su atractivo color para elaborar suntuosos objetos, exclusivos para las elites pues tener un objeto de piedra verde era una distinción.

Ruvalcaba y su equipo fueron más allá para intentar responder cuestiones como: ¿de dónde provenía el jade mesoamericano? ¿A Hacia dónde se enviaba iba? ¿En dónde lo trabajaban? ¿Cómo se intercambiaba? ¿Qué otras variedades minerales se empleaban?

Para eso, estudiaron la tumba de uno de los reyes mayas más importantes. ¿Su nombre? K’inich Janaab’ Pakal, quien gobernó la ciudad de Palenque, en Chiapas, entre 615 y el 675 d.C. y ganó fama y admiración por haber reconstruido y fortalecido la ciudad luego de que ésta fuera atacada por otras ciudades rivales.

Durante muchos siglos, ningún ser humano supo ni de Palenque ni del sarcófago de Pakal, ubicado al interior del Templo de las Inscripciones de Palenque. Hasta que un buen día el arqueólogo francés (y, luego, nacionalizado mexicano), Alberto Ruz Lhuillier, encontró la tumba del rey en 1952.

Lo que hizo Ruz “es uno de los más grandes descubrimientos en la arqueología de México y del mundo”, dice Ruvalcaba. “Es comparable al hallazgo de Tutankamón, en el que se encontraron metales preciosos y oro. En el caso de Pakal, es un ajuar riquísimo de piedras verdes”.

El ajuar del rey maya incluye sus restos óseos, cubiertos de teselas de jade; la máscara con sus orejeras, collares, brazaletes y otros objetos de piedra verde: anillos, dioses asociados al entierro y un par de máscaras.

Ruvalcaba y su equipo fueron invitados a hacer el análisis del ajuar in situ. Se trasladaron al Museo Nacional de Antropología, donde se encuentra hoy día el ajuar, con los equipos portátiles (espectrómetros portátiles de Rayos X, láseres y luz infrarroja) con el fin de caracterizar los minerales, identificarlos y tratar de tener información sobre su procedencia y analizar su color.

Sus resultados exhiben el éxito de su aventura. "Encontramos en la máscara, cuarzo y calcita, además de la jadeíta. Del mosaico que forma la máscara, pudimos asociar ciertos grupos de composición a fuentes conocidas (la del Río Motahua) pero nos aparecieron otros grupos con una procedencia y una mineralogía diferentes”.

Esto quiere decir que para el ajuar de Pakal se emplearon yacimientos de jade que no han sido detectados todavía, lo que, según el físico, “concuerda con otras investigaciones de artefactos de piedras verdes que se han hecho en Cancuén (localiza en la región sur de Sayaxché, Petén, Guatemala) que era uno de los grandes talleres en la región maya”.

Además, la comparación de colores arrojó más resultados. “Pudimos observar que la integración del ajuar y las otras piedras como los anillos y los dioses asociados es muy similar, y probablemente estos son parte de lo que vistió Pakal. En cambio, hay otros objetos como las máscaras de los dioses y los brazaletes que se dispersan en la información del color, eso quiere decir que esas piezas se debieron haber preparado para el momento del entierro del gobernante”, explica.

Ruvalcaba no puede ocultar su orgullo. “Estamos aportando uno de los primeros grandes estudios (con contexto e in situ) en torno a las piedras verdes, además de un hallazgo de gran relevancia para el país y para el mundo entero”.