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La mujer que tradujo a Newton y amó a Voltaire

Michelle Morelos
8/mar/2013

"La igualdad entre hombres y mujeres serviría para crear una mejor ciencia"

Du Chatelet (1706-1749)

Intelectual de brazos finos y cabello rizado, fue la figura femenina más importante en la física durante la época de la Ilustración en la Francia de principios del siglo XVIII.

Matemática, física y filósofa, Émilie du Châtelet es reconocida por ser la traductora al francés de los Philosophiæ naturalis principia mathematica de Newton, traducción que es utilizada a la fecha por los francoparlantes que quieren conocer las ideas del científico inglés.

Sobre las aportaciones de Madame du Châtelet en el terreno de la física, la investigadora e historiadora de la ciencia del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades, Gisela Mateos, comentó a Noticias IFUNAM: “Los Principia al estar escritos en latín son muy difíciles de entender; al traducirlos al francés, su número de lectores creció enormemente. Con lo cual las teorías de Newton se propagaron, dándole un gran poder después de muerto”.

Al traducir la obra de Newton, Châtelet incluyó sus propios comentarios, extrapoló las ideas de Newton y agregó la noción de la conservación de la energía en su manuscrito.


La obra de Newton que tradujo Châtelet. Imagen: Wikipedia.

Entre el romance y la ciencia

Desde temprana edad, Émilie se caracterizó por su inteligencia. Su talento fue detectado por su padre quien, esquivando los prejuicios de la época, educó a su hija con los mismos estándares que a sus hijos varones. A los 10 años, Émilie ya tenía amplios conocimientos sobre astronomía y dos años después hablaba con fluidez latín, italiano y alemán.

Además de escribir sobre física y mecánica, Gabrielle Émilie le Tonnelier de Breteuil llevó una vida de continuas fiestas, vestidos finos y ostentosas joyas. Gustaba de tocar el clave, cantar, actuar y, sobre todo, apostar grandes cantidades de dinero en juegos de azar.

Al cumplir 19 años se casó con el Marqués du Châtelet. Luego de tener con él dos de sus tres hijos, el también militar y la ahora marquesa acordaron vivir cada quien por su cuenta, lo que les permitía tener otras parejas.

Este distanciamiento ayudó para que Émilie tuviera mayor libertad para que su casa fuera un punto de encuentro de los matemáticos, filósofos y escritores más importantes de la época.

La marquesa, cuenta Gisela Mateos, fue una mujer que atrajo discusiones de tono intelectual muy importantes sobre los trabajos científicos de ese tiempo. “El círculo intelectual reconocía la inteligencia de Châtelet; incluso su nombre aparece en la Enciclopedia de Diderot y d’Alembert”, dijo la doctora en Historia de la Ciencia por la Universidad Autónoma de Barcelona.

Otra parte fundamental en la vida du Châtelet fue la relación que mantuvo con Voltaire. Ambos tuvieron contacto desde que ella era una niña gracias a la amistad del escritor con su padre pero su vínculo amoroso e intelectual comenzó en 1733, cuando ella tenía 27. El escritor reconocía a tal punto la inteligencia de Châtelet que incluso la catalogaba al nivel de Newton y Horacio.

Vivieron juntos durante l5 años, tiempo en el que conformaron una biblioteca con más de 21 mil tomos, superando la de cualquier universidad de Europa hasta ese momento.

La relación entre ellos terminó debido a los fuertes problemas económicos que tenía la Marquesa ocasionados por sus constantes apuestas y al interés de Voltaire por una sobrina suya. Sin embargo, su amistad y la cooperación académica continuaron hasta la muerte de ella.


Châtelet y Voltaire. Imagen: http://www.bibnum.education.fr

A los 42 años, Émilie se enamoró de un aspirante a poeta de la corte llamado Saint-Lambert. De ese tortuoso amor quedó embarazada por tercera vez. Su cuerpo no soportó la fiebre porpueral (una infección grave causada por gérmenes), provocándole la muerte a ella y a su hija recién nacida en 1749.

Juzgar los méritos, no el sexo

Madame du Châtelet realizó una fuerte crítica entorno a los prejuicios que había la época sobre la “poca” inteligencia de las mujeres. En el Prefacio del traductor defiende la idea de que nadie ha demostrado una prueba contundente que refleje una sapiencia del hombre superior a la de la mujer.

Una educación igualitaria, aseguraba la también física, ayudaría a incrementar la producción científica mundial y mejorar su competitividad. Mencionó que por su experiencia la mayoría de las mujeres de su tiempo eran ignorantes del enorme talento y potencial que tenían. "Pareciera que las mujeres sólo nacieron para aprender a coquetear", se quejaba.

Ella pedía que la juzgaran por sus méritos y no por su sexo. "Madame du Châtelet es de las pocas mujeres que hacen una reflexión sobre el papel de la mujer en la sociedad francesa durante la Ilustración”, dice Mateos.

Al final, su trabajo sirvió para que los matemáticos franceses de la segunda mitad del siglo XVIII lograran conformar una nueva versión del cálculo diferencial e integral. Con lo cual ayudó a Laplace a crear los postulados de la física clásica en el lenguaje matemático actual.

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