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Miden radón en invernaderos y cuevas de México

Aleida Rueda
3/jun/2013

Dos de los espacios con mayor potencial de concentraciones de radón son los invernaderos y las cuevas debido a que son lugares cerrados en permanente contacto con el suelo, sin embargo hasta ahora no se habían analizado tales concentraciones en México.

Un equipo liderado por el especialista en radiación del IFUNAM Guillermo Espinosa publicó recientemente en la revista internacional Journal of Radioanalytical and Nuclear Chemistry un artículo en el que presentan sus resultados tras medir las concentraciones de radón en 12 invernaderos de la Ciudad de México ubicados en las delegaciones de Tlalpan, Xochimilco y Coyoacán.


Ubicación de los invernaderos analizados.

“Es un muestra muy pequeña”, dijo el investigador, “sin embargo lo más importante es divulgar los estudios para que la gente entienda mejor la radiación y su impacto”. En general, resulta complicado tener los permisos para hacer este tipo de mediciones pero esperan poder ampliar la muestra en otros estados.

El objetivo, de acuerdo con los autores (Espinosa, Allan Chavarría y José Ignacio Golzarri), es evaluar los daños potenciales para visitantes y trabajadores de estos espacios y analizarlos en términos de su impacto en la salud pública, además de las posibles modificaciones por radiación en la fauna y flora.

Para ello se recurrió a la metodología denominada Trazas Nucleares en Sólidos (TNS), usando como material sensible a la radiación un policarbonato comercial denominado CR-39 (Alyll Diglicol Policarbonate). Un policarbonato es un tipo de plástico de gran transparencia que es muy resistente al calor.

El CR-39 fue desarrollado en el IFUNAM por el mismo equipo de Espinosa quien explica: “el material se coloca dentro de un vaso con un volumen constante, con el fin de que la huella de la radiación quede permanente en este polímero. El tiempo de integración para la medición de radón en ambientes naturales es entre 1 y 3 meses. Se colocó en 12 invernaderos en períodos trimestrales hasta cubrir el año, tiempo que duró la investigación y la recolección de datos”.

Encontraron que las concentraciones promedio de radón más bajas y más altas en los invernaderos van de 17 a 45 Bequerels por metro cúbico (Bq m-3), es decir, de 17 a 45 desintegraciones nucleares por segundo en cada metro cúbico. Así, el promedio de la concentración de radón anual de los 12 invernaderos fue de 27.3 Bq m-3.

Esto representa una dosis efectiva de entre 256 y 679 μSv al año (1 Sievert contiene mil millones de nanosieverts- y es la unidad de dosis de radiación en el Sistema Internacional)

Los investigadores concluyen que para una persona que pasa en un invernadero 50 semanas al año (4 horas por 5 días a la semana) podría recibir una dosis entre los 256 y 679 μSv al año.

Ya que el nivel de acción recomendado desde 1993 por el ICRP (International Commision of Radiation Protection) para trabajadores en ambientes radiológicos es entre 3 y 5 mSv al año, los investigadores concluyen que ninguno de los trabajadores que laboran en los invernaderos analizados superan el “nivel de acción” recomendado internacionalmente.

De hecho, reconocen que las concentraciones de radón fueron menores que las encontradas en casas habitación de la misma zona, esto es debido a la alta porosidad de los materiales (en general, polietileno de baja densidad) que se utilizan para las paredes y los techos de los invernaderos y también a la gran dinámica del aire dentro del invernadero y sus sistemas de ventilación, que sacan el gas radón del interior.

En la misma revista se publicó otro artículo de Espinosa junto con J. I. Golzarri, E. Vega-Orihuela y J. B. Morales-Malacara, en el que hacen mediciones de radón, pero ahora en cuatro cuevas mexicanas: Los Riscos y El Judío, en Querétaro, y Coyozochico y Karmidas, en Puebla.

De acuerdo con sus resultados, la concentración de radón en la cueva Karmidas llegó a más de 60.000 Bq m-3, mientras que las concentraciones en las otras tres cuevas variaron entre los 83.1 y 1,216 Bq m-3. "Es muy importante analizar las características de cada cueva", dice el investigador, pues dependiendo de su ventilación, longitud, profundidad,temperatura y contenido geológico de su subsuelo, habrá más o menos radón.

En su estudio, los investigadores observaron además una interesante coincidencia entre la distribución de la concentración de radón en el interior de las cuevas y las colonias de murciélagos que en ellas habitan pues estas se encuentran, de manera general, en los lugares de menor concentración de radón.


Interior de la cueva Karmidas en Zapotitlán de Méndez, que está ubicado al norte del estado de Puebla. Fuente: Bioxplora.com.mx.

El mismo Espinosa explica que las cuevas presentaron una concentración de radón mucho más alta a la de los invernaderos debido a que "en general, las cuevas son profundas (algunas están a más de 100 metro bajo tierra), son muy largas, tienen muy pobre ventilación o ninguna". Los invernaderos, por el contrario, "están a ras de suelo, son mucho menores en extensión y el material polimérico de alta porosidad de sus paredes y techo resulta permeable al gas radón", concluyó.