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Crónica del Día de Puertas Abiertas 2011

Alejandro Ramírez Bahena
10/ene/2012

En esta mañana especial para el IFUNAM, se presenciaba un espectáculo inusual: la comunidad entera había salido a recibir invitados, que en camiones escolares y en diversos medios de transporte hacían enormes filas para entrar al Instituto (18 de noviembre).

Gigantescos carteles hechos por estudiantes del Instituto eran trasladados desde los talleres de impresión hasta la entrada de la Biblioteca, para ser exhibidos en lo que más tarde sería el Concurso de carteles de divulgación. Uno a uno fueron adheridos por los estudiantes que, presurosos, miraban sus relojes y, como si se tratase de corbatas, los reacomodaban cuidadosamente, intentando dejarlos derechos y sin arrugas ante una enorme fila de visitantes que rápidamente acentuaba este paisaje inusual.

Apenas se había colocado el último cartel, cuando Saúl Ramos apareció en escena para revisar los trabajos en lo que parecía ser su papel de juez; se escucharon explicaciones de física teórica y experimental; nanotecnología, cosmología, física de partículas y física médica, fueron algunos de los temas abordados en los 27 carteles. Se podía ver a Karen Volke caminando apurada entre los carteles, al tiempo en que coordinaba el inicio de las conferencias en la Biblioteca, para luego hacer camino hacia la caseta de entrada, y finalmente perderse de vista en su camino hacia los laboratorios.

Entre las mamparas, estudiantes, visitantes, expositores y jurados, Manuel Torres observaba la escena atento y con gran curiosidad, mientras saludaba a los presentes en espera de las primeras pláticas en el auditorio Alejandra Jáidar.

Una y otra vez los estudiantes daban sus exposiciones, tratando de simplificar, y a veces detallando más allá de su cartel, los alcances de la física ante las dudas del público que pululaba entre las mamparas leyendo y escuchando.

Si había algo impresionante en los carteles, eran esos ejemplos entre lo común y lo sutil de nuestra vida cotidiana que ilustraban que lo que consideramos a veces ordinario puede resultar interesante y mucho más complejo e importante. Uno de ellos explicaba cómo de la punta de un lápiz se puede obtener un material de sólo dos dimensiones, con propiedades asombrosas: el famoso grafeno, cuya invención le mereció el Premio Nobel a sus creadores. ¿A quién no le gustaría tener una ventana que se hace traslúcida con solo presionar un botón? Otro de ellos era acerca de ventanas inteligentes electrónicas.

Es innegable que los visitantes asistieron por diversas motivaciones; muchos con gran curiosidad, y aunque tal vez algunos jóvenes preparatorianos asistieron compelidos por sus escuelas, también es innegable que al finalizar su recorrido estaban impresionados, fascinados e intrigados con las explicaciones científicas al grado en que muchos querían saber si había algo más por ver. La curiosidad los hizo regresar a los carteles.

Tras el paso del último conjunto de jurados, al filo de las dos de la tarde, los expositores se tomaron un respiro; algunos continuaron con su labor de divulgación para el resto del público, mientras que otros se unieron a las visitas guiadas de los laboratorios, motivados por haber escuchado las impresiones de los emocionados visitantes.

Algunos estudiantes de física teórica sostenían cartulinas que invitaban al público a visitar sus cubículos, en un ambiente de sana competencia en el que todos querían tomar la oportunidad de compartir sus trabajos; los visitantes recorrían éstos y los múltiples cubículos y laboratorios con las puertas abiertas de par en par.

Multitud de gente recorría las instalaciones del Instituto, paseándose por el acelerador Pelletron, los distintos tipos de microscopio electrónico y presenciando la exhibición de una cámara de niebla –de la que los visitantes salían alegres llevando como souvenir un trozo de película que mostraba trazas de partículas-, entre muchas otras exhibiciones.

Para fines prácticos, la experiencia acercó a los visitantes al mundo académico de la física; aquel pedazo de película quizás será con la que muchos recordarán no solo lo interesante que es la física, sino la capacidad de asombro que aún poseen; el placer del conocimiento.