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Diego Cueva, de la Escuela Politécnica Nacional de Quito, Ecuador, y graduado del Posgrado en Ciencias Físicas (Física Médica) ganó la medalla Alfonso Caso, un reconocimiento que se entrega a los mejores graduados de cada programa de posgrados de la UNAM.

Diego realizó sus estudios de Maestría en Física Médica aquí en la UNAM, fue alumno asociado a la doctora Guerda Massillon y egresó hace tres años.

Debido a que puso en práctica el conocimiento recibido dentro del programa de Física Médica fue merecedor de la medalla.

“Llegó con las ideas muy claras”, comentó María Ester Brandan, quien está a cargo del posgrado en Física Médica, durante una charla que impartió Cueva en el Instituto de Física el 18 de septiembre, el mismo día que recibió la medalla.

En ella, Diego Cueva habló emocionado de su trabajo actual que consiste en mantener el programa de garantía de la calidad en radioterapia dentro del Hospital Metropolitano de Quito, Ecuador.

Explicó el esquema de flujo de un tratamiento en radioterapia y enfatizó la importancia de protocolos de atención y técnico-administrativos estrictos, del control de calidad y de la gestión de mantenimiento.

“Primero, se hace una simulación en el tomógrafo con los datos del paciente, luego se planifica el tratamiento con los valores obtenidos de la simulación y con los datos de dosimetría (dosis absorbida como resultado de la exposición a la radiación), el físico médico debe diseñar el plan de tratamiento conforme a la prescripción del médico radioterapeuta, con quién posteriormente revisa y autoriza para finalmente brindar el tratamiento”, explicó Cueva.

“Sin embargo, en este proceso hay pasos intermedios que históricamente son más susceptibles a cometer errores y que tienen que ver con la transferencia de información, secuencias de tareas entre diferentes profesionales y la calibración y mantenimiento de los equipos, agregó el especialista, y comentó que estos errores pueden tener consecuencias fatales.

“Existen diversos filtros con los cuales estos errores se pueden disminuir hasta hacerlos mínimos y tener una mejor garantía de calidad”. Así, la tarea que se propuso realizar Cueva fue verificar qué tipo de filtros había que incorporar, cuáles otros mejorar y, cuántos y cuáles tenía que mantener en forma.

“No fue tarea fácil”, dijo, pues existen factores muy fuertes que contribuyen a la falta de una buena cultura de garantía de calidad: la ausencia de una clara definición de responsabilidades, falta de supervisión, comunicación, auditorías y de educación continua, etcétera.

Por eso se propuso armonizar los esfuerzos de las partes involucradas, las áreas Médica, Física Médica y Técnico-Administrativa, lo cual desde hace dos años, manifiesta, es una realidad y “fruto de ese trabajo mancomunado hoy se cuenta en el área de Radioterapia del Hospital Metropolitano con protocolos y registros bien establecidos de simulación, verificaciones, planificación, mantenimiento, dosimetría, control de calidad, así como de nuevos procedimientos médicos, de protección radiológica, enfermería y administrativos.

También, dijo, se cuenta con un stock propio de repuestos y, recientemente, con las re-certificaciones como unidad del Hospital Metropolitano de estándares ISO9000, y Joint Commission Internacional. En el ámbito de dosimetría, se cuenta con dos auditorías exitosas conducidas por el OIEA”.

Entre los principales resultados también resalta “el funcionamiento normal del acelerador por dos años consecutivos sin parar por desperfectos, y el reconocimiento nacional como un centro privado de vanguardia considerado como referencia, pionero y especializado en la técnica moderna de radioterapia de intensidad modulada (IMRT) y en particular en tratamientos de cabeza-cuello y próstata”.

Cueva insistió en que nada hubiese sido posible sin la formación recibida en la UNAM y reitera su agradecimiento profundo a esta institución.